Primera vez, primera impresión, todo se volvía de otro color
cuando todo paso, todo cambiaba, todo cambio, un giro de 180º algo cambió.
Se llamaba esconderse tras una superficie, esconderse para
observar, una forma inocente de pensar, una forma de ilusionarse. Todo empezó
con una simple mirada, una mirada cautivadora, una mirada que observa todo lo
que pasa a tu alrededor. Sí, de una manera o de otra, se activó un mecanismo,
se activó algo que no se puede controlar, se activó un sentimiento, se manifestó
un dolor intenso, casi ardiente, me ardía, me ardía el interior con solo
pensarlo, se me aceleraba el corazón. Al igual que ahora, un latido intenso, un
latido que nunca antes me había pasado. Ya no sabía si reír, llorar, no sabía cómo
expresar todo lo que me estaba pasando. Y todo comenzó con una mirada, un cruce
de miradas, pude observar su interior cada vez que me miraba, pude ver todo lo
que sentía, pude verlo todo a través del espejo, ese espejo en el que siempre cruzábamos
las miradas.
Sí, cada mirada se manifestaba en un espejo, fue una mirada
inocente, una mirada con miedo a no atreverse a mirarle cara a cara, mirarle a
los ojos directamente, por eso cada miraba se escondía detrás de un espejo. Aun
así, existía el cruce de miradas en los espejos, si uno miraba el otro también,
era una conexión, sabía que en cualquier momento miraría al espejo. Los ojos
son la puerta hacia el alma, y yo a través de esos ojos observaba su interior,
pero no tenía una cosa clara, me miraba por casualidad o fue algo que el
destino tenía preparado para mí. Es algo que no sabré nunca, bueno quizás
alguna vez se resuelva esa gran duda que existe en mí, esa duda de si cuando me
miraba sentía lo mismo que yo.
Poco a poco las miradas se volvían más intensas, incluso
surgían sonrisas, sonrisas inocentes, ingenuas, sonrisas que me llenaban
plenamente por dentro. Pero seguían
siendo miradas en el espejo, miradas con cariño, puede ser pero no lose con
total seguridad, lo que si se claramente es que mi corazón se aceleraba cada
vez que pasaba. Me encantaría tener una espejo de por vida, un espejo que me
siga, un espejo donde poder ver su mirada cada vez que lo necesita, porque esa
mirada me producía mucho bien, producía felicidad en mi interior.
De momento quiero hablar de ilusión, una ilusión que aumenta
por momentos, una ilusión que nunca antes había sentido, creo que era todo lo
que necesitaba, pero todavía faltaba lo mejor, una conversación una conversación
donde se pudiera explicar todo, todo lo que sentía, todo lo que me hacía
sentir, y tal vez me equivoque pero algo bonito puede surgir. En
estos momentos es cuando más se acelera mi corazón, son momentos en los que
dejo mi alma y mis sentimientos al desnudo y lo dejo plasmado en una simple
entrada de blog, una entrada que puede servir para mucho si se piensa bien.
Señores y señoras, os estoy hablando de un sentimiento que
todo el mundo ha experimentado alguna vez, y sí, esta es la primera vez que yo
tengo ese sentimiento, ese sentimiento de amor, ese sentimiento que me
atormenta por las noches al no tener respuestas a numerosas preguntas. Mientras
tanto, mientras espero las respuestas seguiré observando desde detrás del
espejo, un espejo en el que veo su mirada, una mirada que me hace feliz.
Curiosamente ahora mismo un espejo me hace feliz, un espejo donde puedo observar,
un espejo donde existen números cruces de miradas, en estos momentos me doy
cuenta más que nunca de lo poco que se necesita para ser feliz, porque ahora en
estos momentos soy feliz, con mis más y mis menos, pero soy feliz y afortunado
de poder experimentar ese gran sentimiento que existe en mi interior. Sin saber el final que puede tener, no se si bueno o malo, me quedo con la experiencia.
PD: El destino existe y nos tiene preparado algo muy grande
para cada uno de nosotros, algo especial, algo que procede de una simple
casualidad.

