martes, 29 de marzo de 2016

Un clavo no siempre saca a otro clavo.


En cuestión de sentimientos nada está escrito, el amor es imprevisible. En multitud de ocasiones decimos que un clavo saca a otro clavo, pero yo le añado que depende de la madera en el que esté clavado dicho clavo.

Podemos intentar sacarnos a alguien de la cabeza con otra persona, pero ni el mejor polvo, el mejor orgasmo o el mejor rato que te hayan dado nunca pueden evitar que sigas pensando en el clavo… Porque ni en tres días se olvida ni en uno se quiere. El amor se trata de un sentimiento que nace y va en aumento. 

Puede ser que nos pasemos la vida buscando el amor y no nos damos cuenta que lo único que pasa es la vida… Alguien dijo que si el camino tiene muchos obstáculos es que vas en la dirección correcta, pero como sabemos que es así. Podemos estar pensando que la vida nos putea porque nos tiene algo mejor preparo, que al final del camino todo mejora y todo lo malo se convertirá en bueno. Estoy mayoritariamente de acuerdo en que algún día todo lo mal que lo hemos pasado se transforme en algo bueno. Pero también deberíamos plantearnos que si no nos gusta el camino por donde nos lleva la vida deberíamos echarle cojones y cambiar el rumbo, debemos ser dueños de nuestro destino, ser los capitanes que guíen nuestra propia vida y que debemos perder el sur buscando el norte.

Es el momento de dejar de decir “desearía” y cambiar esa palabra por “lo haré”. Haz todo lo que tu interior te diga, arriésgate y gana. Ahora bien, si pierdes no te desanimes porque es mejor arrepentirse por algo que has intentado y no ha salido bien a tener que arrepentirse toda la vida por un qué hubiera pasado si lo hubiera hecho, si lo hubiera intentado.

Sonríele a la vida y quizás ella te sonría también. Porque la vida son dos días y no tenemos tiempo de estar malgastándola en estar triste. Alegría, pan y chocolate.


XXX

viernes, 18 de marzo de 2016

Juraba que no podía ser amor.


Por más vueltas que mi cabeza le daba, por más veces que lo pensaba, por más veces que lo intentaba una y otra vez juré que no era amor eso que sentía.

Contuve las lágrimas una y otra vez, mi alma se convirtió en un inmenso mar. Me inundaba en mi propio vaso, lo colmé y solo me sirvió para ahogarme.

No sabría contar cuantos momentos verdaderos viví, no sabría diferenciar entre la parte positiva y negativa, ya que todo lo malo lo convertíamos en bueno. Intenté que cada momento fuera único. Tampoco podría hablar del dolor que dejaba su aroma en mí, después de cada final me amarraba al olor que se impregnaba en mi ropa tras estar por su cama o el olor que dejaba en mis sabanas.
A veces creía que las piernas me temblaban por miedo, pero no era miedo. Las piernas me temblaban porque este amor no tenía freno. Di mi máximo para recoger lo mínimo y esto no podía seguir así. Volvía a jurar con mi puño ensangrentado que no se trataba de amor, que no podía enamorarme así, que todo era mentira. Intentaba aferrarme a una mentira que no me creía ni yo.

Vivía en un mundo extraño, un mundo de sueños. Porque la única verdad que vivía era la de mis sueños, sí, todo lo vivía en sueños. Cada noche empezaba mi fantasía, empezaba mi fantasía de enamorarme, de vivir, de ser feliz…Mi historia empezaba en el final del día y terminaba en el comienzo de la mañana. Por eso juraba y perjuraba que no era amor, que ese sentimiento debía desaparecer de mi interior.


Una noche más apareces en mis pensamientos, en mis sueños. Una noche más me inundo en un mar de lágrimas pensando que te tengo, pero no te toco. Todo se resume en amor platónico, quizás sí o quizás no.