martes, 2 de febrero de 2016

Ojalá...


Todo cambia, todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Pasa el tiempo, un tiempo irrecuperable y cuando nos queremos dar cuenta de que es lo que hemos hecho, no lo sabemos.

 Nos preguntamos si hemos estado perdiendo el tiempo, si hemos estado en un tira y afloja, si hemos sentido de verdad, o sencillamente pensamos que quizás somos un poco estúpidos por no aprovechar la situación, la ocasión, por miedo a perder todo lo que ya tenemos. Entonces hacemos balance, imaginamos las cosas positivas y las cosas negativas de haber intentado arriesgar y te das cuenta de que lo positivo siempre gana a lo negativo que arriesgarse siempre es la mejor opción.

Ojalá fuéramos de esos que se atreven con todo, de esos que no les importa nada, de los que lo darían todo, de los que se arriesgan a vivir el minuto más interminable de su vida al hacer una pregunta y esperar la respuesta que cambiaría su vida por completo. Porque ¿Y lo bonito que es arriesgarse y que salga bien? Qué bonito es disfrutar de todos los planes que tienes en tu cabeza con la otra persona, que bonito sería todo. En ocasiones simplemente hay que limpiarse las lágrimas de la cara, levantarte, echarle huevos al asunto y arriesgarlo todo.


Porque, ojalá fuéramos de esos, de esos que se atreven con todo sin importar el resultado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario